Durante meses hemos estado sujetos a una desconexión física del resto del mundo. Muchas personas llevan meses sin abrazar ni tocar a nadie que viva fuera de las cuatro paredes de su domicilio.

Sabemos que los humanos somos seres sociales y, por lo tanto, necesitamos del trato con los demás para desarrollarnos adecuadamente. Pero, ¿implican las medidas por la Covid-19 que caigamos en la desconexión emocional? Veamos por qué no.

¿Qué es el síndrome de desconexión emocional?

El síndrome de desconexión emocional es un desorden que se puede producir en algunas personas y que conduce al desapego y la falta de empatía. Esta falta de empatía no es solamente hacia los demás, sino hacia las emociones propias, lo cual muchas veces es más peligroso.

Este síndrome representa un control total y absoluto de los sentimientos, que se alarga en el tiempo y que puede desarrollarse como una manera de evitar las desilusiones y el dolor. Sin embargo, más allá de evitar el sufrimiento, este desapego puede conducir a unas consecuencias muy negativas.

¿Cómo identificar la desconexión emocional?

Las personas que sufren este síndrome se caracterizan por los siguientes síntomas:

  • Tratan de evitar hablar de las emociones, sobre todo de aquellas emociones que les puedan hacer sentir vulnerables ante los demás.
  • Tienen serias dificultades para sentir empatía, ya que no piensan que las emociones ajenas sean importantes o que haya que entenderlas.
  • Cuentan con una racionalidad extrema. Siempre buscan llevar todo al terreno del razonamiento, dejando las emociones de lado.

Estos son algunos de los síntomas de la desconexión emocional.

La Covid no tiene por qué aislarnos emocionalmente

Aunque la Covid-19 ha traído consigo una separación física de los demás, no tiene por qué implicar también un aislamiento emocional. Somos seres que necesitamos relacionarnos y, aunque no sea de la misma manera, los confinamientos no nos impiden ser sociales.

Debemos recordar que la única limitación que tenemos es el contacto físico. Y, a la vez, recordar que estar en buen estado emocional y afectivo fortalece nuestro estado inmunológico. La sociabilidad no solamente es necesaria para nuestro desarrollo, sino que puede resultar sanadora en muchos sentidos.

Pasar tiempo disfrutando con otras personas (aunque sea en la distancia) nos hace segregar oxitocina. También generamos dopamina, serotonina y endorfinas. Hablando desde el punto de vista químico, socializar y pasar ratos agradables en buena “compañía”, nos hace más fuertes.

Todo esto no solamente se traduce en un mejor estado físico que nos permita afrontar la pandemia con un cuerpo fuerte. También, el contacto con los demás, aunque sea a través de una cámara, nos ayuda a estar más equilibrados psicológica y emocionalmente.

Sin dejar ningún lugar a dudas, el hecho de estar separados físicamente no tiene por qué llevarnos a distanciarnos emocionalmente. La desconexión emocional no tiene que ser un efecto secundario de la pandemia del coronavirus.

Podemos pasar muy buenos ratos y mejorar nuestro sistema inmunológico si somos más sociables y compartimos nuestras emociones, tanto positivas como negativas, con los demás.

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