Cuando tenemos un problema que nos está produciendo sufrimiento, podría parecer que lo más lógico sería querer salir de esa situación: cambiar lo que haga falta para volver a un estado de tranquilidad y felicidad.
Sin embargo, la psicología ha demostrado que muchas personas se resisten a realizar esos cambios para sanar sus heridas. Esta resistencia suele surgir a menudo, pero muchos no se dan cuenta de que se están saboteando para evitar curarse.
Puede que te preguntes: ¿Por qué iba alguien a sabotear su propia curación? De eso quiero hablarte en este artículo.
Nos resistimos a sanar
Siempre nos han dicho que las personas quieren ser felices, y que harían cualquier cosa por salir de una situación de sufrimiento. Sin embargo, como hemos dicho, esto no es siempre así.
Muchas personas, de forma inconsciente, creen que curarse sería un gran problema. Por eso, saboteamos nuestro proceso de sanación. Y ¿cuál es el motivo por el que una persona querría seguir sufriendo?
Las razones pueden ser muchas, pero principalmente podemos destacar tres:
- La primera es que cuando termina el sufrimiento se pueden perder algunos beneficios con los que estábamos cómodos.
- La segunda, que el proceso de curación puede traer consigo cierto dolor que no estamos dispuestos a sentir.
- La tercera es un sentimiento de culpa que provoca la creencia de que el sufrimiento es merecido.
Veamos uno a uno estos motivos.
Pérdida de beneficios
Aunque parezca mentira, sufrir le proporciona a algunas personas ciertos beneficios a los que no quieren renunciar.
Por ejemplo, una situación negativa puede darnos cierta posición ante la vida que nos interesa porque nos evita gastar energías. Esta posición nos proporciona la figura de víctimas de las circunstancias y llega a hacer que nos sintamos bien cuando las personas a nuestro alrededor sienten compasión por nuestra situación.
Miedo al dolor que produce la curación
Hay quienes no están dispuestos a curar sus heridas porque piensan que, para lograrlo, tendrán que pasar por un periodo de sufrimiento. Saber que su dolor es solamente la punta del iceberg puede hacerles sentir rechazo hacia analizar su profundidad.
El miedo al sufrimiento impide sanar. Es el mismo caso cuando tenemos una herida abierta y sabemos que debemos echar alcohol para desinfectar. Muchas veces preferimos pasar por el dolor de la infección que aplicar el alcohol que resulta tan doloroso.
Sensación de culpa
Por otro lado, están las personas que se resisten a curarse porque, de manera subconsciente, creen que merecen ese sufrimiento. No es que les guste sufrir, pero nada funciona en sus terapias de curación porque creen que son culpables y deben expiar su culpa a través de esa situación dolorosa.
El primer paso para sanar es reducir la resistencia
Todos podemos tener, en un momento dado, resistencia al cambio que produce la sanación de una herida emocional. Sin embargo, es necesario para nuestra salud emocional y física curar esas heridas y superar los malos tragos.
Sin lugar a dudas, la terapia psicológica por parte de un buen profesional es la clave para encontrar cuáles son las resistencias que nos impiden sanar. Sacarlas a la luz es la mejor manera de reconocerlas y eliminarlas para poder pasar página.