
Expresiones como “lo quiero para ayer” o “el tiempo es oro” son tan frecuentes en nuestra sociedad que resulta obvia una cosa: la paciencia cada vez es una virtud menos extendida.
Tomarnos las cosas con calma significa perder el tiempo, bajar la productividad y, muy probablemente, perder dinero también. Todo lo queremos “para YA” y no le damos espacio a la espera.
En vez de disfrutar del proceso que puede llevarnos a conseguir una finalidad, queremos que se obtengan resultados cuanto antes. Siempre estamos pensando en el futuro, como fuente de nuestra felicidad porque “tendremos”, “seremos” o “haremos” eso que nos gustaría.
Sin embargo, cuando llega ese futuro, tampoco somos felices. ¿Por qué? Porque estamos impacientes, esperando a que llegue el siguiente futuro.
¿Qué es la paciencia? Y, más importante aún, ¿cómo podemos cultivarla? De eso te quiero hablar en este artículo. Así que te invito a tener paciencia y leerlo hasta el final.
¿Qué es la paciencia?
Etimológicamente, la palabra paciencia tiene dos raíces que nos hablan mucho de su significado: paz y ciencia.
Podríamos decir que el significado base de la palabra paciencia es “la ciencia de la paz”. Sin embargo, la paciencia entraña mucho más de lo que significa etimológicamente.
La paciencia es una virtud activa, que nos ayuda a mantener la serenidad en los momentos difíciles y, sobre todo, a saber esperar.
Tener el aguante suficiente para dejar que el tiempo fluya de manera natural, de manera que entendemos que cada resultado requiere un proceso y que ese proceso requiere tiempo.
¿Por qué hemos perdido la paciencia?
Hemos perdido la paciencia y esto se nota en cualquiera de las facetas de nuestra vida.
En lo laboral queremos que los resultados lleguen inmediatamente. En la construcción queremos que todo se termine rápidamente para poder empezar a sacarle provecho cuanto antes.
En lo personal, queremos crecer rápido, madurar rápido, encontrar rápido una relación estable, tener hijos rápido.
Y también vemos la impaciencia en las carreteras, donde tardar medio segundo en reaccionar a la luz verde de un semáforo se convierte en un festival de bocinas en muchas ciudades.
La impaciencia se ha apoderado de nuestras vidas y no solamente tiene como resultado una vida mucho más apresurada.
El no entender que hay procesos que requieren un tiempo natural para finalizar, hace que surjan dos efectos directos:
- Acabar apresuradamente, con la consecuente pérdida de calidad en los resultados.
- Frustrarnos por no conseguir lo que queremos en el momento en que lo queremos.
¿Cómo podemos cultivarla?
Para cultivar paciencia necesitamos estar tranquilos, asumir que cada proceso lleva su tiempo, disfrutar de lo que ya tenemos en el momento presente y vivir la vida en el ahora, y no en el futuro.
Porque, como dice un famoso proverbio persa: “la paciencia es un árbol de raíz amarga, pero de frutos dulces”.
Mantener la calma, sabiendo esperar y dándole a cada proceso el tiempo que necesita para desarrollarse, no solamente nos proporcionará más paz, sino que generará mejores resultados y nos proporcionará una vida más feliz.