Tomar decisiones, ¿qué cosa tan banal verdad?, pues todo depende de tomar decisiones. Y es que la mayoría de las demandas dentro de las consultas de los psicólogos son por haber dejado pasar la toma de una decisión, por no atreverse a tomarla o por no saber cómo tomarla. Y aun así, ningún psicólogo ni puede ni debe tomarla por ti.
Como persona siempre me digo a mi misma que debo escuchar las opiniones de los demás, consejos y experiencias, pero al final hacer lo que a mi me de la gana. Y esto es justo lo único que si les digo a mis pacientes que deben hacer, decidir por ellos mismos. Esta semana, de entre todos los pacientes, vinieron un par que me hicieron reflexionar sobre este tema. Uno era una mujer realmente inteligente con un motivo de consulta normal dentro del ciclo vital de cada uno de nosotros, los miedos de la vejez. Y el otro un hombre en plena edad de autorrealización profesional, con dos hijos, esposa de fuera y una vida hecha pero enamorado de otra mujer. Dos realidades muy comunes hoy en día en Barcelona.
En primer lugar me gusta decir que ambos son muy valientes por haber decidido ir al psicólogo por un motivo puramente del ciclo vital y por no querer quedarse quietos en una realidad en la que no se sienten cómodos. por haber querido escuchar la realidad en la que se encuentran. Veis, ahora ya no son débiles con esta reflexión, son valientes por querer escuchar y querer trasladarse a otra realidad donde se sientan mas cómodos, no por querer quedarse quietos haciendo ver que todo va bien. ¿Y qué hace falta? Tomar decisiones, que eso no significa ni tener prisa, ni haberse de precipitar ,ni sentirse culpables por darse el tiempo que necesiten. Mientras no se queden inmóviles en un lugar mental donde no quieren estar ya sirve porque esto les llevara a otro lugar.
A todos mis pacientes en algún momento les doy un poco de dosis de psicoeduación para que decidan como quieren trabajar, y es justamente la información la que los hace sentirse un poco más convencidos de su decisión. No todos los psicólogos trabajamos de la misma manera, pero yo siempre les doy a elegir entre “conocer para cambiar” o “cambiar para conocer”. Ambas incluyen decisión pero primero deben decidir con cual se sienten más cómodos.
Por un lado “cambiar para conocer” es decidir hacer algún pequeño cambio (por banal que sea) en algún área de nuestra vida a partir de mañana, este pequeño cambio repercutirá en las demás áreas y conoceremos que podemos estar mejor dentro de una misma realidad. Efecto domino y mayor estabilidad emocional. En cambio conocer para cambiar es como viajar al pasado para decidir cambiar algo en el presente sin experimentar una mejora de inicio. Ambas son respetables, lo importante es no ser como un joystick, clavado en un punto fijo mientras da vueltas mareándose cada vez más. Esta imagen es lo que le convenció al padre de familia a decidir realizar pequeños cambios para poder tomar una decisión en base a lo que experimenta en el presente y no en base a un bucle que no le deja ni experimentar ni pensar.
Y aquí os introduciré la teoría de la toma de decisiones que le di a conocer a la mujer que vino, ya que le encanta ponerse a prueba porque sabe que aquí donde está no se quiere quedar. Tía lista, y ella lo sabe aunque ahora se siente débil y eso repercute en la calidad de sus pensamientos perdiendo de vista lo que depende de ella. Aquí os dejo el croquis, aplicable a toda realidad.
Hay dos ejes que se entrecruzan, el de la razón y el de la emoción. Me conviene y no me conviene (la razón), y me gusta y no me gusta (la emoción). Me conviene y me gusta, y no me gusta y no me conviene son los de más fácil decisión. Los otros dos pueden comportar una pizca más de valor y de tiempo.
- Si te conviene y te gusta, disfrútalo y agradece.
- Si no te conviene y no te gusta, déjalo ir (desapego). Por difícil que parezca solo debes decidir y experimentaras mayor bienestar con menor esfuerzo. ¿Por qué no lo hice antes?
- Si te conviene pero no te gusta, acéptalo o toléralo. Aprende a vivir en paz con algo ajeno a ti por haber decidido vivir paralelamente con ello. Despréndete y despójate de lo que te duele y asígnale un significado que te haga posicionarte en una situación cómoda aunque no te guste.
- Si no te conviene y te gusta, elige sin culpa. Si priorizas el momento y vas a la solución o al éxito fácil, acepta que puede venir acompañada de una futura frustración. paga el precio entero. Si por el contrario optas por el coraje, siéntete afortunado de saber que el secreto no es la ausencia de miedo sino el dominio sobre nuestro instinto básico, nuestras creencias y nuestros principios.
Para que la resignación se convierta en decisión, mueve ficha por pequeñas que sean las decisiones, cada decisión te dará información para estar en un lugar mejor.
Decide.