Todos habréis oído a hablar del impacto global que tiene dar y recibir desde la de la gratitud y la bondad, y de lo importante que es para nuestra salud (tanto física como mental) el actuar desde adentro en vez de tener como hábito reaccionar en base a lo de afuera. ¿Que fácil es decirlo y que difícil es aplicárnoslo a nosotros mismos verdad? Sobretodo cuando algún aspecto de nuestras vidas tambalea, ya sea por una causa externa o por nuestra manera de gestionarlo.
Este artículo no pretende en ningún caso intentar que nada no tambalee. La imperfección es humana, la homeostasis momentánea y la aceptación parte de la solución por dejar de malgastar energía luchando contra de elementos que no forman parte de lo que depende de nosotros, o de lo que verdaderamente no importa o no nos debería de importar tanto.
Cuando hablo de homeostasis me refiero a la estabilidad del medio interno de nuestro organismo como condición necesaria para funcionar, partiendo de la base de que nuestro organismo esta diseñado para luchar y mantener una constancia relativa en los estados fisiológicos cuando su equilibrio se ve amenazado o bien por circunstancias externas o por factores internos. Hablo de ello porque vivimos inmersos en un entorno donde el cambio constante y la ultrasobreestimulación a la que stamos expuestos (pero no preparados) crea epidemias sociales en forma de enfermedad y patologías por priorizar la supervivencia. Esta realidad externa es la que nos hace perder de vista nuestras motivaciones o sentimientos más viscerales y nuestras verdaderas necesidades como seres humanos, pero perder nuestra autenticidad también es cosa nuestra.
Si te estas preguntando qué estoy diciendo o no te viene nada a la cabeza, estas obligado a frenar y a desintoxicarte de todo estimulo externo para poder seguir en la dirección adecuada para tu salud. Créeme que aunque ahora mismo esta reflexión no sea alarmante para tu percepción puede llegar a serlo para tu salud en un futuro no tan lejano. Sino mira los índices de estrés, ansiedad, depresión, cáncer, drogadicción y mil dolencias más en una ciudad como Barcelona, una ciudad teóricamente “desarrollada” por tener un nivel de vida relativamente alto pero que a la vez cuenta con un bajo índice de satisfacción personal y un nivel de calidad de vida cuestionable.
Parece que siendo una profesional del sector todo esto no me pueda ocurrir a mi, pero la realidad es que hasta a los psicólogos nos cuesta salir del bucle para darnos cuenta de que cuando echamos de menos algo o andamos en búsqueda de ello en realidad lo que verdaderamente extrañamos o buscamos es la conexión con nosotros mismos, porque de ahí nace todo. Motivación, intrínseca.
Todos nos habremos posicionado ya en ese punto en el cual os intentaba situar, y sino haz un esfuerzo en hacerlo, porque seguro que en algún momento de tu vida has sentido que el estrés (ya sea físico, mental o emocional) te ha llevado a perder el norte, a encontrarte débil e incluso a sentirte solo aunque estés rodeadíssimo de gente. Eso puede pasar a todos los niveles, o más bien todos se juntan en modo espiral o efecto dominó. La buena noticia es que igual que la fuerza puede unirse hacia un sentido también puede hacerlo hacia el otro, donde el punto en común es el centro, tu alma, de allí donde nace la motivación intrínseca, que no es lo mismo que el objetivo que quieres alcanzar ya sea a nivel personal o profesional.
La motivación intrínseca es aquella fuerza interior que nos hace movilizarnos por el simple gusto de hacer algo, donde la propia ejecución de la tarea es la recompensa. Y digo que no es lo mismo que los objetivos que queremos alcanzar porque en muchos casos estos están basados en motivaciones materialistas, en aquello que los otros esperan de nosotros o en lo que nuestra educación nos ha impuesto como correcto. Así pues, la motivación intrínseca no tiene nada que ver ni con ganar o perder, ni en recibir recompensas ni en movilizarnos por presiones externas.
Lo que quiero decir con todo esto es que cuando nos sentimos perdidos o lejos de aquello que verdaderamente queremos tener cerca, no hemos de reaccionar ni exigiendo ni esperarndo a que eso llegue desde afuera. Desnudando la situación y escuchando lo que realmente nace desde adentro nos llevará hacia nuestros objetivos con mayor convicción, libres de materialismo emocional y ruido social. Si aún no te has sumergido en tu infinito océano de posibilidades, ya sea por miedo o porque ni te lo has planteado por estar en modo centrifugado en lo de afuera, aún no has usado todo tu potencial. A veces duele, a veces cuesta, pero te aseguro que compensa.
Intento extrapolar el concepto motivación intrínseca a la sociedad en general y este me da la razón al pensar que ciudades tan potentes como Barcelona deben buscar la manera de salir de este bucle en el que hay industrias que nos fabrican enfermedad, políticos que nos gobiernan inseguridad, un coste de la vivienda que nos hace trabajar para pagarlo y no para vivir en ella, un sistema educativo que no nos educa libertad y un sistema laboral que no trabaja el que podamos crecer y evolucionar, ni como seres humanos ni como sociedad.
Busca aquella fuerza que nadie te puede arrebatar, aquella que simplemente por existir y poder luchar te impulsa a que todas las otras piezas del bucle vayan en esa dirección donde reaccionamos menos y actuamos más para lograr cualquier objetivo, aunque al fin y al cabo el objetivo sea disfrutar del presente y creer en ello, creer en ti.
Despierta sin culpa y asume tu parte de responsabilidad, todo lo demás puede que no sea tan importante.