Como de costumbre, muchos psicólogos del deporte nos preparamos las sesiones pero, de golpe y porrazo cuando tenemos al deportista en frente surge esa conexión máxima que no podemos dejar escapar por nacer de ella algo tan potente como esta ecuación, a priori producto de una conversación y a posteriori un arma de ejecución. Esta fórmula mágica es fruto de una sesión con una pequeña gran golfista de tan solo 12 años de edad, muy buena no tan solo por su hándicap sino por su actitud a la hora de controlar sus impulsos, por su fortaleza mental para tolerar la frustración y por su capacidad de no paralizarse ante un error o miedo a fallar. Un buen ejemplo para muchos no tan niños dentro y fuera del deporte. Vamos a descifrar esta ecuación, pero primero intentaré poneros en contexto para que muchos podamos sentirnos identificados.
Antes de nada decir que el golf, aunque no parezca exigente a nivel físico lo es pero, sobretodo es exigente a nivel de precisión en habilidades cognitivas y de resistencia mental porque, como en otras ocasiones en la vida, a veces no se puede borrar lo que sucedió pero si se puede escoger como seguir jugando, viviendo. En muchos otros deportes (y ámbitos profesionales y personales) el que triunfa no es el mejor sino el que menos fallos comete, jugando limpio claro. Pero eso no significa que no podamos cometer fallos (debemos), sino que debemos querer y saber fortalecernos de ellos y valorarnos a nosotros mismos en base a eso y no en base al resultado, ya que si solo valoramos el resultado la euforia de la victoria solo existe en el instante de las felicitaciones y poco más. Tu sabes cuando tan solo lograste resultados y cuando hiciste algo que también fue para ti. Un resultado solo es la consecuencia de lo realizado, donde la diferencia está en que si no sabes como repetir el proceso que te ha llevado a él no te puedes considerar ganador. Y digo ganador porque cometiendo más o menos fallos todos queremos ganar. La vida es para los valientes, y esta deportista lo es. Cuando se trata de aprender, el orden no altera el producto y sino atentos a la lección que puede darnos esta renacuaja.
Empecemos, de izquierda a derecha. Los dos símbolos, positivo y negativo, significan que podemos venir de una jugada perdida o ganada ya sea por un error propio o ajeno. Exactamente igual que podemos tener un mejor o un no tan buen día dependiendo de lo que haya sucedido en él, teniendo en cuenta que hay cosas que no dependen únicamente de nosotros. Lo que esta dentro del recuadro de momento lo dejaremos allí por ser algo momentáneo respecto al resto, algo que no debería influir a lo que viene a posteriori, la “R”. Hasta aquí, decir que aquel que mayoritariamente culpa al otro de lo que le ocurre puede que no sea apto para seguir.
Sigamos. En el caso de la deportista, “R” significa rutina, un recurso significativo creado como un traje hecho a medida para ser entrenado y finalmente automatizado a la hora de empezar cualquier hoyo desde donde sea. Digo desde donde sea porque todos los hoyos tienen un número por estar más o menos próximos al inicio o al final del campo, por tanto también del resultado final, aquello que puede perturbar nuestro pensamiento y puede hacernos salir mentalmente de la partida o de la ejecución presente, lo único que nos puede hacer avanzar. ¿Cuántas cosas de las que te preocupan no suceden nunca y no te dejan hacer o lograr lo que pretendes por miedo o por desgaste emocional? ¿Alguna vez os ha costado empezar el día por un hecho del día anterior o por ver demasiado lejano o difícil un logro? A mi si, y eso no significa que seamos débiles sino que estamos vivos por ser capaces de conectar con las sensaciones de cualquier estrés que humanamente puede modificar nuestra homeóstasis. Ahora bien, también estamos vivos para decidir qué hacemos con ellas para no rendirnos a media partida, ya que cada mañana o en cualquier instante podemos decidir retomar las riendas. Quien tuvo, retuvo. Así pues, vengamos o no de una buena jugada siempre podemos aplicar la misma rutina para seguir. Fuera del ámbito deportivo la “R”, para empezar el día o para hacer o continuar haciendo lo que te propongas, debe ser una capacidad que únicamente se halla en tu actitud en forma de un recurso que los psicólogos llamamos RESILIENCIA.
Resiliencia. Capacidad que tiene una persona o un grupo de personas de recuperarse frente a la adversidad para seguir proyectando el futuro.
La pequeña gran golfista aun no lo sabe pero está desarrollando su autoestima, de igual manera que si cada uno de nosotros decidimos considerar los problemas como desafíos, hasta el punto de permitirnos sonreír y disfrutar del día a día aunque existan. Evitar solo hace que los problemas regresen, controlar es agotador por entrar en el “overthinking” y tolerar o aceptar no significa no hacer nada. ¿Parece una chorrada verdad?, pues más de la mitad de la población no mueve ni dedo mientras culpa al otro. ¿Qué le diríais a esta pequeña si culpara siempre al adversario de sus fallos? Apliquémonos el cuento.
Ok, los problemas existen mientras la vida es maravillosa, sigamos con la parte derecha de la ecuación (aun sin hacerle ni caso a lo que hay dentro del recuadro). Recopilemos. En el caso de la deportista vengamos de un buen o mal hoyo ella es capaz de aplicar su rutina pero no siempre consigue la ejecución esperada. Consecuencia de nos ser perfectos, y lo digo sin ninguna pena. ¿Y qué ocurre cuando no ejecutamos bien o algo no ha salido como esperábamos aunque le hayamos puesto mucho esfuerzo y voluntad? Pues que no nos ponemos contentos, normal. El emoticono enfadado es exactamente lo que significa lo de dentro del recuadro. C = la he cagado, y por ello E= enfado. Pero ojo, ¿qué es peor, enfadarse o aguantarse el cabreo? Ella veía y vivía el enfadarse como algo malo, y debido a ello se quedaba bloqueada sin poder avanzar con su rutina y jugar el próximo hoyo con sus facultades al 100%. Entendió perfectamente que enfadarse era normal cuando le pregunté, ¿que te ocurre en clase cuando no puedes reírte y no te puedes aguantar? Su respuesta fue, “pues que lo paso fatal”. Que risa mientras se tapaba la boca queriendo ilustrar la situación.
Pues eso señores, que enfadarse es solo una reacción natural, una emoción que si la usamos a nuestro favor con “I”, puede ser muy funcional. I = inteligencia, al cuadrado = saber cómo actuar cuando nos enfadamos para que el rival no se aproveche de ello sin tragarnos el cabreo. Ella lo que hacía era tirar el palo con mala leche a la bolsa, y por supuesto todo el mundo se daba cuenta mientras tampoco le servía de nada para poder continuar porque se quedaba en modo enfado, hasta el punto que hubo un día que no quería jugar por miedo a enfadarse. ¿Cuantas veces no hemos sabido solucionar o afrontar alguna situación personal o laboral por quedarnos anclados en la reacción o por no actuar debido al miedo a equivocarnos? Espero que cada vez menos porque esto paraliza tu libertad y disminuye tu autoestima.
Supongo que os estaréis preguntando qué mecanismo usó ella para poder movilizar el enfado y así poder volver a ejecutar su rutina (actuar) después de un mal golpe o un mal hoyo, ¿verdad? Pues algo tan divertido como llevarse algunos “squishies” en la bolsa (pequeñas o no tan pequeñas pelotas antiestrés en forma de personajes o objetos) que aprieta con fuerza después de haber dejado cuidadosamente el palo en la bolsa una vez la ha cagado y se ha enfadado. No tener miedo a enfadarse cuando la caga le permite reaccionar al enfado como algo normal y volver a la acción con su rutina. Y así vuelta a empezar.
Puede que este ejemplo no le sirva a todo el mundo por el hecho de que los recursos que te permiten ser resiliente deben ser significativos para ti, pero lo que si que es común para todos es el aceptar lo que sucede y dejar de evitarlo o quererlo controlar para a posteriori poder actuar. Lucha por lo que te hace avanzar con disciplina y capacidad de sacrificio, entrena tu resiliencia y ganarás seguro independientemente del resultado. Si te sientes libre siempre tienes la opción de volver a empezar, hayas tenido un mejor o no tan buen día el día anterior, una mala o buena experiencia sentimental o un error u éxito profesional.
Squishies 😊