Este artículo más que de psicología podríamos decir que trata de cada uno de nosotros en esos momentos o situaciones en los que no sabemos cómo reaccionar o actuar. Porque igual que no es lo mismo ser que estar, no es lo mismo actuar que reaccionar. Psicólogos o no, nadie ha nacido enseñado para todo aquello que se propone, igual que nadie hará por ti aquello que únicamente depende de ti.

A veces en la vida, tengamos la edad que tengamos y cada loco con su tema, pensamos que algunas situaciones son catastróficas por no saber cómo actuar en ellas, y realmente lo que sucede es que no las hemos observado con suficiente tranquilidad y hemos distorsionado su impacto por un significado reactivo antes de pensar aquello que queremos hacer con lo que sucede. Lo único que depende de nosotros, contemplar nuestros propósitos y nuestra manera de pensar, sentir y actuar ante lo que sucede. Defenderse es un derecho, cómo actuar una responsabilidad.

Me gusta pensar que aquello que sucede o lo que hacen los demás es algo que (me guste más o menos) si le doy un buen significado, un significado que a través de mis pensamientos cobra sentido para mí, puede enriquecerme o hacer desarrollar mi consciencia para evolucionar tanto individual como con el resto de global del que no somos conscientes que formamos parte. En inglés “globe”, mundo. ¿Demasiada distorsión para convivir todos juntos o demasiada falta de consciencia y autoconocimiento? Las 2.

Es lógico pensar que las acciones y reacciones de los demás repercuten en nosotros, pero en según qué partes del mundo nos hemos acostumbrado a vivir de tal forma que se nos olvida que en la dirección contraria sucede exactamente lo mismo por dejar muy olvidado el respeto. Barcelona por ejemplo es una ciudad maravillosa, pero desde mi punto de vista carece de respeto, de arriba abajo por permitir descuidar sus necesidades, de abajo arriba por no confiar en quienes pueden actuar, y entre iguales por estar divididos en vez de comprometidos con el bien global. Como en Barcelona esto sucede en muchísimas ciudades y lugares de este mundo, y lo que pretendo con esta reflexión es que todos nos sintamos parte y nos comprometamos.

Tampoco pretendo que nos quejemos más o que evidenciemos las malas acciones ajenas, sino que cuando nos encontremos en alguna situación en la que nos sintamos distorsionados por sentirnos incómodos vayamos al punto de partida y no a la mera reacción, porque si pierdes el tiempo con pequeños problemas te perderás grandes oportunidades por no pensar en grande y no actuar con serenidad y convicción. El ego sirve de poco y te puede hacer sentir solo e incomprendido, por los demás y por ti mismo.  Y no hablo pensando en ciudades, hablo de cualquier sistema en el que sientas que formas parte. Familiar, profesional, social, etc.

Intenta recordar si alguna vez no hiciste aquello que social, política o moralmente era correcto, o si te han dicho que eres de determinada manera y que no puedes hacer algo y te lo has creído hasta el punto que te pones adjetivos gratuitamente en ti mismo. Falta de libertad y mucha autoestima capada. Debemos amar (y amarnos) de tal manera que la persona que ames se sienta libre aunque a veces la sientas lejos o no entiendas muy bien sus reacciones, puede que para ella sean acciones y que esta lejanía sea porque ella se acerca a su esencia o a su propósito y así luego poder convivir mejor con el resto. Ese respeto con significado que tiene sentido para mí.

La vida es muy lenta, muy lenta, y nosotros vamos rápido, muy rápido. Pensamos rápido, hacemos rápido, hablamos rápido, escuchamos rápido, queremos rápido, tomamos decisiones rápido… mientras la vida no entiende de esos espacios temporales estresados. Vivimos esperando momentos olvidando cada momento, y aunque haya algunos que no nos gusten serán esos los que en realidad te darán intenso aprendizaje. Todo depende de ti, de cómo los contemples y del significado que les des.

Y me pregunto: ¿A caso desear no es hacer posible lo imposible? El hiperanálisis de lo que no depende de nosotros produce parálisis, pero los buenos significados nos conducen a nuestros propósitos.

Como dijo Viktor Frankl, todos vienen buscando una respuesta a sus interrogantes y una salida para su sufrimiento. Así es como las prioridades se hacen claras y las decisiones más fáciles,

actuando.

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