¿Alguna vez has tenido aquella sensación de haberte de leer mil veces un mismo párrafo o de no ser capaz de seguir un discurso o conversación? Seguro que te ha pasado mil veces, ya que la concentración es la raíz de casi todas nuestras capacidades en cualquier área, trayectoria o productividad empresarial o profesional. Pero este fenómeno también aparece en el ámbito personal cuando no somos capaces de parar y estar única y exclusivamente atentos a lo que tenemos en frente y disfrutar de ello sin más. También te habrá pasado más de una vez, aunque seguro que de muchas no te has dado ni cuenta. No se trata de inteligencia sino de concentración, de capacidad de enfoque en una sola cosa a la vez.
Si os fijáis he hablado de estar atentos y de concentración, pero aunque la atención y la concentración sean dos procesos psicológicos que forman parte de un mismo proceso mental, son dos conceptos que, con la supervisión de un psicólogo o no, podemos trabajar por separado. Porque no es lo mismo estar atento que estar concentrado.
Por un lado entendemos la atención como la capacidad de poder concentrarse, un proceso psicológico sencillo (conductual y cognitivo) en el que nuestros sentidos se enfocan a una sola cosa abriendo paso a la concentración. De aquí el concepto atención plena. Por otro lado, la concentración es un proceso psíquico apoyado por el razonamiento que usa la atención y la enfoca a algo determinado. En resumen, concentrarse es fijar la atención en algo sin distraerse.
Si pudiéramos enfocar nuestra atención completa en una sola cosa lograríamos sacarle más provecho seguro, y si lográramos tener entrenada esta capacidad podríamos ser más constantes en aquellas cosas que nos permiten evolucionar, tanto personal como profesionalmente. Ah, igual que sin atención la concentración es nula, la multitarea es el mayor enemigo de la productividad.
Todos habremos oído a hablar (ya sea de un psicólogo o no) de la atención plena o del mindfulness, entendida como la capacidad de estar completamente presente en el aquí y ahora. Este concepto se vende como una manera de entrenar la atención con la finalidad de vaciar la mente y poderla en modo off promoviendo la sinergia entre cuerpo mente, pero ¿eso debe servirnos para algo más no? Pues sí, esta práctica nos proporciona la habilidad de apartar el ruido que no nos interesa (estímulos internos y externos) para poder acceder o ver desde nuestro centro esas cosas (propias o del entorno) que sí pueden hacernos evolucionar. Desde una postura pasiva no hay evolución, pero sin estar despiertos perdemos oportunidades de evolución. Tal y como dijo Yoda, “siempre en movimiento está el futuro”.
Démonos cuenta que éste es el mismo problema que tiene un estudiante cuando no logra concentrarse, demasiados estímulos para que le sea fácil la tarea de prestarle atención a lo verdaderamente importante en el momento presente. Qué fácil decirlo y que difícil es hacerlo a veces, pero no le podemos echar la culpa a que no estamos diseñados para poder atender a tantos estímulos a la vez. Yo no me conformo con esto, no me conformo con la idea de que las características de nuestra sociedad limiten nuestra capacidad de evolucionar en cualquier ámbito. No lo veo justo para mí, pero tampoco para el resto. Imagina qué sucedería si todos pensáramos así.
A nivel social puede que muchos hayan perdido la capacidad de prestar atención y la de concentrarse, o más bien la de usar esas facultades que les permitiría hacer bien su trabajo. Así vamos, perdidos en medio de problemas sociales que parece que no evolucionen nunca porque unos no se concentran en lo verdaderamente importante. Para priorizar primero hay que saber prestar atención a la realidad.
La mente es maravillosa, entrénala a tu favor y da ejemplo. Pero no lo hagas para sacar un excelente, ya que la excelencia en cualquier área de la vida viene de estar completamente presente, dando lo mejor de nosotros mismos en cada parte del proceso en el que estemos y viendo aquellos detalles que otros puede que se hayan pasado por alto.
Hablo de procesos porque todo son procesos, en los que detrás de cada uno se esconde sabiduría de la que, si sabes prestarle atención cuando duele o cuando cuesta de entender, puedes aprender que aunque las condiciones nunca sean perfectas la vida en realidad es una calle de sentido único. No todo vale para todos, pero lo que no vale para nadie es no vivir su propia vida, y para ello debemos estar despiertos mentalmente hablando. Si estas despierto, entonces limítate a quedarte con lo que te sirve y déjale de prestar atención a lo que no tiene tanta importancia y te resta evolución. Y si hay algo o alguien que te enfada aprende a separarte mentalmente, porque si no le estarás añadiendo más ruido a la situación y puede que vuelvas a dejar de usar tu capacidad de atención en lo que verdaderamente importa. La serenidad conduce a la claridad, la claridad a la simplicidad y la simplicidad al orden.
Pero las cosas cambian, la gente cambia, las relaciones cambian, los mercados cambian, las sociedades cambian, el mundo cambia. Si lo único que es seguro es el cambio, ¿qué narices hacemos siendo rígidos mentalmente sin poder estar atentos a lo de nuestro alrededor para concentrarnos en lo que verdaderamente nos interesa o nos compensa? Todo aquello con lo que no te sientas cómodo es porque no te identifica, y si no te identificas puede ser por dos razones: por tener diferencias o por no haber sabido establecer conexión. Esto pasa con todo, con las personas, con las sociedades, con quien las gobierna, con los empleos, hasta con nosotros mismos. Sin conexión la frustración y la resignación están aseguradas. Mejor aprende a estar despierto, desaprendiendo del estar dormido o sordo de tanto ruido de afuera y de adentro.
La vida es amplia, por lo que si deseas conseguir algo debes ensanchar tu atención hacia lo que decidas y expandir tu realidad. Grande es algo que está más allá del pensamiento común, o más allá de los prejuicios y de las creencias limitantes de la mayoría. Si quieres concentrarte en tus propios objetivos tienes que amar la incertidumbre, el cambio y la incomodidad, entendiéndolo como parte de tu proceso y no como un obstáculo al que le debemos prestar atención, por lo contrario paralizaras tu capacidad de concéntrate en tus prioridades y no descubrirás mucha parte de ti y de lo que puedes llegar a vivir y a conseguir. Los psicólogos tampoco nos libramos de esta aventura por mucho que nos sepamos la teoría a la perfección.
Te dediques a lo que te dediques y estés en el proceso que estés, tu capacidad de enfoque es lo que determinará tu éxito y eficacia personal y/o profesional. Entiendo la eficacia como el resultado de la gestión de nuestra atención, de allí donde ponemos el foco sin dejar que otras cosas nos distraigan. Si entrenas esto tendrás el poder sobre ti mismo, y entenderás el éxito como el poder repetir el proceso que te ha llevado a él en vez de un mero resultado.
Éxito para todos, pero primero concéntrate.