Cuando nos estamos sintiendo atacados, la mayoría de nosotros se pone a la defensiva. Es un instinto de supervivencia que nos permite protegernos del daño emocional o psicológico que nos puedan hacer otras personas.
Estar a la defensiva no es la mejor manera de solucionar nuestros problemas. Sin embargo, es posible que en algún momento no nos quede otro remedio que hacerlo.
Pero, más allá de estar a la defensiva en un momento dado, hay quienes viven a la defensiva. ¿Es este tu caso? ¿Sabes cómo identificarlo? En este artículo quiero hablarte de por qué vivir a la defensiva no te ayuda a ser feliz.
¿Qué ocurre cuando nos ponemos a la defensiva?
Al entrar en un estado defensivo, aunque solo sea para defendernos de las palabras de alguien, todo nuestro cuerpo entra en alerta. El lenguaje verbal y corporal cambia completamente, estamos rígidos, tensos y con una actitud ofensiva-defensiva.
Puede que empecemos a hablar mucho más rápido, con un tono mucho más serio y con gestos faciales que denotan claramente la incomodidad que nos está produciendo la situación.
¿Cómo intentamos defendernos?
Ante una situación que consideramos de ataque, si pasamos a estar a la defensiva, nuestras palabras pueden contraatacar para defendernos. Podemos hablar de forma hiriente, enfadada y hacer uso de ataques o reproches hacia la otra persona.
Podemos pensar que el hecho de dejar mal a la otra persona nos hará sentir mejor, o nos dejará por encima de ella. Cuando, en realidad, no es así.
¿Cómo identifico si estoy a la defensiva?
Para poner solución al hecho de vivir a la defensiva, es necesario saber identificar cuándo lo estamos haciendo. Aquí tienes algunos indicadores:
- Hablamos rápidamente para que el otro no tenga oportunidad de explicarse.
- No escuchamos para evitar oír sus argumentos.
- Utilizamos justificaciones irreales para evitar la responsabilidad.
- Hacemos uso de sarcasmos para dejar mal a la otra persona.
- Empezamos muchas frases con un “no” o un “pero”.
- Damos por hecho que nos están atacando.
- Respondemos a una crítica personal sacando a relucir los errores o defectos de los demás.
- En lugar de pedir explicaciones cuando no entendemos una situación, entendemos lo que nos parece y lo hacemos desde el punto de vista negativo.
Quienes viven a la defensiva no son libres
Las personas que pasan su vida a la defensiva, en realidad, son personas reactivas. Esto significa que no controlan su propia vida, sino que viven reaccionando a las circunstancias que les ocurren.
Si alguien les insulta, devuelven el insulto. Si alguien les hace daño, se convierte en la peor persona del mundo. El hecho de vivir reaccionando a los “golpes” de la vida, solamente les hace acumular moratones emocionales.
En lugar de ser libres y tomar las riendas de su propia vida, siendo personas resilientes y con autocontrol, dejan que las circunstancias sean las que definen su realidad.
Aunque crean que están reaccionando bien a las pruebas que les pone la vida, la realidad es que son como una veleta que se gira hacia un lado u otro dependiendo de dónde sople el viento.
Por estos motivos, las personas que viven a la defensiva no pueden vivir con libertad.