Hoy no voy a ir tan lejos, me quedo aquí, en el día a día. Me considero una persona bastante pasota con algunas cosas que pasan a mi alrededor porque prefiero no verlas, pero estas últimas semanas un par de ellas me han llamado la atención. Podría haber explicado alguna más, igual que cada uno de vosotros puede que las relacionéis con las vuestras, pero de ellas tan solo prefiero quedarme con la conclusión: recordar lo que realmente es importante sin estancarse en lo que no interesa nos hace la vida más fácil llegando más rápido a lo que deseamos. Decirlo y leerlo es muy fácil, pero no siempre logramos hacerlo.

La primera sucedió hace un par de semanas cuando  tuve una conversación surrealista con una mujer que al principio no conocía de nada y me exigía mucho, y al final me resultó familiar y no me exigía nada. Se trataba de una de un tema de trabajo que no me apetecía repetir después de varios intentos fallidos y algunas horas. Coger el teléfono, casi sin un hola, fue como una guerra de almohadas, y lo más fuerte era que nunca antes habíamos hablado y no sabíamos nada  la una de la otra. Expresarnos sin tapujos fue como descorchar una botella de champagne, el tapón salió disparado y todo volvió a la calma después de la efervescencia. ¡Hola! El tema profesional quedó resuelto, reíamos y acabamos sabiendo más cosas la una de la otra de lo que realmente era necesario. Puede que las dos deseáramos lo mismo, avanzar, pero cada una en su mundo y sin conexión difícil. Qué bien sienta poder expresarse,  y que importante es escuchar. Si hay algo que no me da miedo es trabajar, pero no sin sentido.

¿Por qué actuamos bruscamente? ¿Por qué no decimos lo que pensamos? ¿Por qué tanta historia cuando puede ser todo más fácil? ¿Por qué nos escaqueamos de hablar las cosas? ¿Por miedo a discutir? ¿Porque no tenemos tiempo? Excusas. Puede que a veces no sepamos ni lo que queremos decir. ¿Será porque perdemos de vista nuestras prioridades y objetivos? Sí. Como bien dicen, en el mar el camino más corto no siempre es en línea recta, y en el mundo terrenal también es así. Entonces, ¿por qué le ponernos obstáculos innecesarios?  La no comunicación genera malos entendidos,  el no expresar genera cabreo y un abanico  de somatizaciones que están a la orden del día como algo normal, y la suma de las dos cosas te hace perder la motivación, vitalidad y el sentido en aquello que persigues. Perdidos al rio, parece un sistema cerrado en el que si entran virus. ¿Por dónde empezar? Por el principio. Descorcha el champagne a menudo, compártelo y no te enfríes demasiado.

La segunda situación fue hace un par de días cuando salí a correr por la mañana como de costumbre, y en búsqueda de empezar el día con todo el buen rollo del mundo alguien me sorprendió con su absurdo mundo interior. Yo iba a mi ritmo y me preguntó si solía correr por allí, etc., una situación típica y normalmente agradable pero en este caso incomoda. Cuando yo aceleraba él también y cuando frenaba igual, y así casi toda la vuelta. Su cerebro estaba jugando y disfrutando con la idea de que lo que me molestaba era que no podía ir más rápido que él. Cuando escuche sus palabras me quedé alucinada, pero cuando las procesé me entro la risa mientras me decía que estuviera tranquila que no me molestaría nunca más. Mi respuesta fue que gracias, que era lo que pretendía, pero  no se marchaba. Al final no pude más y le dije que por favor se fuera con sus problemas a otra parte, que no necesitaba nada, y que él tampoco me necesitaba a mí para sentirse alguien. Al final se fue, pero vete tú a saber su conclusión de lo ocurrido. ¿Divertido eh?  Pues no. Hay tantas realidades como personas, y todas respetables,  pero que alguien te escupa con sus problemas o responsabilizar a los demás de los nuestros no lo es. Este hecho también está a la orden del día.

Solo se defiende el que se siente atacado, pero ¿de qué te defiendes cuando nadie te ataca?  De insatisfacciones, inseguridades, incertidumbres, o de ignorancia. En vez de reaccionar hacia los demás, baja a la tierra, respétales, responsabilízate de lo tuyo y actúa por y para ti mismo.  Sanate de malas sensaciones y malos rollos y no molestes a las demás, que como tú también tendrán sus cosas. Y si crees que estas ayudando a alguien responsabilizándote demasiado de sus historias justo estás haciendo lo contrario, déjalo volar.

Un tapón si se va hinchando puede hasta llegar a romper la botella sin haber disfrutado de lo que hay dentro. El tiempo pasa muy rápido para todos, y no me gusta la filosofía de recuperar el tiempo perdido. No discutas, habla. No uses a los demás, usa tu cabeza y emociónate con lo que deseas. Trabaja aunque cueste y ya costará menos, pero disfruta. Casi todas las cosas por las que te preocupas nunca acaban sucediendo, por lo que no dejes que se hinche el tapón.

Vive y deja vivir.

Laura Servós

Psicólogos Barcelona

 

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