
No se puede solucionar un problema con la misma mentalidad con que se creó. Empezar un artículo con esta frase parece ser un poco brusco pero es la clave para que los problemas no se repitan, no se retuerzen o no nos ahoguen más allá de la gravedad implícita de cada uno.
Alan Watts, especialista en filosofía oriental, fue uno de los primeros en traducir la sabiduría oriental al lenguaje de nuestro tiempo a través de una crítica de la vida cotidiana occidental en la que la queja, la preocupación y la obsesión constante cobran demasiado espacio en forma de hilo musical mental y social.
Esta filosofía no es tan diferente de lo que la terapia breve estratégica nos intenta aportar a los psicólogos, técnicas que van más allá de la lógica ordinaria, ya que la no ordinaria desbloquea situaciones enquistadas con más facilidad y de forma más natural, de aquí su eficacia. Pero usar la lógica del problema no significa solucionarlo con la misma mentalidad que se creó.
Algunos ejemplos son los que me pude encontrar dentro y fuera de la consulta este mismo viernes en Barcelona. Desayunando algunos ya pensaban en lo largo que era su día y solo por eso ya se sentian más cansados, a mediodía reiterábamos que a veces cuanto más deseamos algo es cuando menos paciencia tenemos, y por la tarde afirmábamos que las cosas que no entendemos no es que nos cueste aceptarlas sino que hay que aceptar que no nos gustan y punto. ¿Te resuena algo de esto?
Una de las claves para este tipo de situaciones es no ponerle esfuerzo añadido a nuestras supuestas barreras mentales, ya que a veces la clave radica en la no-acción o el principio del Wu-Wei, dejando que todo siga su curso natural y pensando menos. Si no te esfuerzas por apartar un pensamiento de tu mente, antes o después este desaparecerá porque es más efectivo el curso natural de la mente que no el extra cansancio de crear resistencias. Por lo tanto intentar sentir confort más allá del presente, intentar no desear algo, o intentar cambiar un pensamiento es más difícil si nos forzamos a ello que no si saltamos de un pensamiento a otro sin aferrarnos a ninguno en especial.
Muchos psicólogos usamos esta regla de oro, o al menos yo si y a menudo: “Si intentas evitar algo el problema volverá a ti; si intentas controlarlo puede que acabes hecho polvo por el cansancio que eso comporta más que por lo que sucede; y si lo aceptas es cuando puedes convivir con él”. Pero a mi el término aceptar me parece algo frustrante cuando alguna realidad no nos gusta, prefiero decirle tolerar. Tolerar una situación es convivir con ella y creo que mentalmente resulta más fácil, porque aceptar es como dejar que aquello que no nos gusta forme parte de nosotros.
Esta comprobado que querer suprimir activamente pensamientos indeseados genera más estrés que aquellos pensamientos que deseamos eliminar, por lo que aceptar de manera natural los pensamientos intrusivos puede resultar menos obsesivo y causar menos ansiedad, frustración y/o tristeza. Así pues, cambiemos la mentalidad y el problema o situación acabara transformándose, siempre. Hay que pensar menos en bucle para que las circunstancias cambien, personal, profesional y socialmente. Y digo socialmente porque esta realidad esta consumada a nivel social, démosle la vuelta entre todos.
El miedo al miedo, la preocupación por las preocupaciones o la tristeza por la tristeza acaban desapareciendo si toleramos lo que sucede separándonos de la mentalidad que creó el miedo, la preocupación o la tristeza, y entonces todo nos parecerá más fácil aunque no nos guste por completo.
La vida es maravillosa pero también debemos querer hacerla maravillosa.