Saciedad. nombre femenino. Hartura producida por satisfacer con exceso el deseo de una cosa.
¿Pero de qué tenemos hambre? ¿Qué deseamos? O más bien ¿Por qué lo deseamos? Cuando hablamos de saciedad lo primero que nos viene a la cabeza es el concepto de satisfacer el deseo de comer y así obtener placer. 1+1 = 2. Pero no siempre 1+1 = 2, ya que este mecanismo no solo lo encontramos en la comida sino en todas las emociones que ingerimos, porque además de exteriorizar también tragamos.
Esta semana me encontré con distintas realidades relacionadas con la saciedad, y no solo como psicóloga sino también a título personal. Psicólogos o no psicólogos todos tenemos aquella parte animal no racional que nos lleva a actuar por instinto.
Por un lado una paciente acudió a consulta con la demanda de “el estrés es lo que me conduce a los atracones pero yo domino mi cerebro para no tener hambre”, por otra parte un ser querido me comentaba “quiero adelgazar y se que me estoy pasando con el azúcar”, y para colmo me explicaron que las embarazadas tenemos anulado el núcleo cerebral de la saciedad.
Menudo lío, entonces ¿qué debemos hacer cuando notamos que las voces de nuestro cuerpo, psique o emoción nos piden que los saciemos a base de comida para satisfacer un placer no alimenticio? En mi opinión como HealthCoach el “habito hace al equilibrio”, igual que cualquier psicólogo también te diría que el pensamiento debe dominar tu comportamiento y no al contrario. Menos dietas estándar y más realidad: saber, decidir y actuar por ti mismo. Los milagros son una ilusión. El esfuerzo una recompensa.
Tres realidades: una, el pensamiento es todo poderoso pero el hambre emocional es imparable por no haber saciado una necesidad emocional; dos, a nivel puramente físico el azúcar pide azúcar y desestabiliza nuestro metabolismo siendo conscientes del mono; tres, las embarazadas no debemos comer cada vez que tenemos hambre porque el bebé va servido y nosotras también.
Tres explicaciones: una, detecta en qué situaciones se acentúa la probabilidad de atracón y la emoción que aparece entonces para habilitar una acción funcional especifica (si detectamos conscientemente la emoción es más fácil pasar a la acción); dos, el azúcar es el enemigo y no los productos bajos en grasa ya que el azúcar y sus sucedáneos son los que descompensan nuestro metabolismo a nivel hormonal y así es más difícil adelgazar; tres, si estas embarazada entiende que antiguamente las mujeres no sabían cuando volverían a comer y necesitaban acumular para poder alimentar a sus bebes gestantes pero ahora comemos tres veces al día.
No hace falta ser psicólogo para entender que 1+1 ≠ 2, pero siempre es más fácil tener poder sobre una realidad si aceptamos lo que sucede aunque haya una base científica sobre los procesos fisiológicos. Cierto es que el hipotálamo esel que regula el hambre, el apetito y la saciedad por medio de hormonas y péptidos, pero a parte de ser los niveles de estos y el equilibrio de nuestro cuerpo los que mandan sobre nosotros, nosotros también podemos mandar sobre ellos y mejor de manera inteligente.
El dolor es real pero el sufrimiento es opcional, así que cuando nuestras emociones dominan los atracones, cuando nuestro cuerpo pide azúcar o cuando una embarazada no deja de querer comer la clave es aprender hábitos de higiene mental que creen hábitos funcionales a nivel conductual. Y si además estos no van solos y se retroalimentan de otros que van en la misma dirección es que vamos en camino de una transformación.
No te empeñes en hacerlo rápido y todo de golpe, solo intenta… saber, decidir y actuar cada día. A eso se le llama EVOLUCIÓN.