En nuestra vida, ya sea laboral o académica, en algún momento puede que nos encontremos con los términos habilidad y esfuerzo, pero ojo, que no significan lo mismo. El hecho de que te esfuerces mucho para lograr algo no quiere decir que lo consigas, y, en estos casos es cuando es de vital importancia que la habilidad no sea desmerecida. ¿Cuántos de vosotros os habéis esforzado estudiando un examen o en una tarea y no salió bien? Yo misma, y más de una vez. El motivo de diferenciar estos conceptos es hacerse a la idea de que ambos son importantes a la hora de obtener y valorar el rendimiento académico y laboral, aunque lo que objetivamente lo mida sean los resultados.
Cuando hablamos de rendimiento académico y de rendimiento laboral, hablamos de factores intrínsecos que afectan de forma directa al comportamiento de la persona a la hora de realizar con más o menos efectividad una tarea, sea cual sea el plano al que nos referimos y de los que hablaremos a continuación, pero sí podemos decir que alcanzar un buen rendimiento es alcanzar una serie de objetivos con la mayor eficacia posible, ya sea de tarea o de resultado. Porque el objetivo de resultado solo es la consecuencia del desarrollo los objetivos de tarea, los cuales también deben ser valorados.
¿Qué es el rendimiento académico?
El rendimiento académico es la evaluación que hacen los profesionales del conocimiento que se consigue con el estudio ya sea en el ámbito escolar, en el instituto o en la universidad. El estudiante que “supuestamente” tiene un buen rendimiento escolar o un buen rendimiento universitario, es el que consigue buenas calificaciones en los exámenes y en las pruebas que los profesores les ponen a lo largo de su vida académica, pero también se debe valorar el esfuerzo versus la habilidad del mismo.
Así pues, podríamos definir el rendimiento académico como la evaluación de las capacidades que tiene el alumno y la demostración por parte de éste, de todo lo aprendido durante su vida académica. Así mismo, implica también que el alumno pueda responder adecuadamente a los estímulos que le proporciona su educación, algo que está directamente relacionado con la aptitud pero también con la actitud, ya que la actitud es el motor de cualquier rendimiento.
Aun así, hay muchos factores y muy diversos que pueden influenciar de una forma muy potente tanto en el rendimiento escolar como en el rendimiento universitario, factores que pueden ir desde la propia dificultad del temario que se estudia en cada curso, su longitud, y la aptitud de cada uno de los estudiantes, siendo necesario evaluarlos cuidadosamente para ser capaces de poder ayudar a mejorar el rendimiento académico del alumno.
También puede haber otros factores de índole psicológica que es necesario tratar con un profesional, como puede ser la falta de concentración, de motivación, o incluso de la inadecuada interpretación subjetiva de las mismas calificaciones.
En cualquier caso, lo mejor que podemos hacer es adoptar unos hábitos sanos de estudio para mejorar el rendimiento, y aprender a valorar el esfuerzo y lo aprendido y no tan solo los resultados.
¿Cómo medir el rendimiento académico?
El profesor o el profesional tienen varias herramientas para evaluar si hay un bajo rendimiento escolar o un bajo rendimiento universitario en los estudiantes, y es conveniente pluralizar sus fuentes. Debemos pensar que un estudiante puede mostrar cuáles son sus conocimientos con una herramienta, pero no con otra, por lo que necesitamos buenas estrategias para evaluar los logros académicos y de ésta forma poder realizar una planificación adecuada que se adapte a las necesidades reales.
Usar una prueba estandarizada de logros permite comparar a los estudiantes que se evalúan con el promedio de estudiantes de la misma tipología en un determinado ámbito. La ventaja de usarlas está en su validez y fiabilidad, aunque no tiene en cuenta los casos particulares y muchas veces hay variables de confusión que distorsionan los resultados. Por este motivo es de vital importancia no basarnos solamente en las pruebas estandarizadas y reformular las líneas de evaluación del alumno en cada curso.
¿Qué es el rendimiento laboral y profesional?
Tanto si estás trabajando como si no habrás escuchado hablar del rendimiento de trabajo, laboral o profesional.
La Real Académia define el rendimiento profesional, también llamado productividad, como la relación existente entre lo que se produce y los medios que se emplean para ello, como pueden ser, por ejemplo, la mano de obra, la energía o el tiempo, pero también el conocimiento. No obstante, existe otra definición como la relación entre los objetivos, metas, tareas alcanzadas y las horas de calidad empleadas para conseguirlo. A continuación explicaremos como se evalúa el desempeño laboral.
¿Cómo medir el rendimiento laboral y profesional?
La evaluación objetiva del rendimiento profesional del trabajador pretende conocer el grado de rendimiento laboral real de cada individuo, y, si su esfuerzo laboral se está desempeñando en la dirección adecuada.
Este tipo de evaluaciones se hacen para la toma de decisiones acerca de muchísimas cuestiones, así como para investigar y optimizar procesos. Además, pueden proporcionar también información sobre competencias, fortalezas y debilidades y necesidades que, a posteriori es posible trabajar para potenciar o mejorar dicho rendimiento y el bienestar de los trabajadores. Es decir, sirven para medir y ver cómo podemos alcanzar un mayor rendimiento laboral.
Existen muchas técnicas para evaluar el rendimiento profesional en un trabajador, las cuales se dividen en dos grupos:
Evaluación del rendimiento laboral
Objetivas: en este grupo de técnicas podemos encontrar las medidas de producción, la monitorización por ordenador o utilizar datos personales relacionados con el trabajo, como, por ejemplo, el absentismo laboral, pero como su propio nombre indica son objetivas y se pueden escapar variables importantes.
Subjetivas: este grupo incluye técnicas en las que se evalúa en función del comportamiento laboral, como por ejemplo usando informes de rendimiento o técnicas de valoración de méritos, incluso la gestión en función de los objetivos alcanzados. Estas pueden ser muy destructivas según como se enfoquen.
En mi opinión el factor humano no debe quedar a parte de dichas evaluaciones por lo que las competencias y características de cada trabajador se tendrían que tener en cuenta para el desempeño de su trabajo ya que directamente afectaría al su rendimiento laboral.
Consejos para mejorar el rendimiento académico
Una evaluación académica puede ser una forma de detectar el bajo rendimiento de un alumno, y, la necesidad de que mejore en sus competencias para optimizar su esfuerzo, su aprendizaje y su motivación.
No obstante, podemos realizar algunas acciones que pueden ayudar a que el rendimiento académico mejore notablemente.
Por ejemplo, es una buena idea aprender a organizarnos en cuanto a lo que se refiere dar un orden de prioridades a las distintas tareas que tengamos que realizar, establecer un horario de estudio que nos permita estar descansados y descansar entre estudio y estudio para poder rendir mejor, incluso comer de manera adecuada y hacer ejercicio físico dentro del plan de estudio para favorecer el esfuerzo de nuestro cerebro y nuestro descanso. Recuperar es vital para rendir.
Consejos para mejorar el rendimiento laboral o profesional
Si lo que quieres es aumentar el rendimiento laboral de tus trabajadores y que eso se vea reflejado en las evaluaciones profesionales pero sobretodo en su satisfacción y motivación por ir cada día al trabajo y dar lo mejor de ellos, es más que necesario que exista un buen ambiente laboral, donde todos se sientan cómodos y valorados. Por ese motivo es una buena idea reconocer el trabajo que se realiza, así como asegurarse de que el trabajador esté motivado y ocupe el lugar adecuado según sus competencias.
También es muy buena idea establecer objetivos, pues estos son la hoja de ruta y lo que ayudará a establecer prioridades y una organización respecto a las tareas que sea necesario realizar para llegar a dichos objetivos. Para ello sería ideal que los trabajadores se sientan partícipes de dichos objetivos, ya que de esta forma se sentirían comprometidos e irían a trabajar con más energía y menos presión.
Des de bien pequeños nos han enseñado que somos mejores o peores según el resultado que obtenemos, la nota que hemos sacado o quien ha ganado el partido, pero hoy en día esto ya queda muy desfasado. Cuando estudiaba en la universidad el padre de una amiga nos decía “a quien se esfuerza no se le puede pedir más”, pero claro no nos conformábamos en aprobar, que bobada cuando lo importante era hacer las cosas bien sin presión y aprender y aprender. Aunque no me gustaran todas las asignaturas, que felicidad los años de universidad cuando descubrí esto. Igual pasa en el ámbito laboral.
Sin dejar de ir a trabajar sino hay un motivo superior y sin dejar cosas pendientes de aquello que tiene prioridad cada día como algo normal, actualmente no mido mi 100% en el ámbito laboral cada día por igual. A eso se le llama responsabilidad y compromiso con el trabajo y contigo mismo. Desde mi punto de vista ir a trabajar seria ser responsable, estar comprometido, recibir menos presión externa y no pasarse de autoexigencia, ya que estas dos últimas en vez de potenciar en rendimiento tanto académico como laboral lo frenan en forma de cansancio físico, mental y emocional.
VIVE SANO. VIVE MEJOR. RINDE MEJOR.