Hacer ejercicio físico es muy saludable. Además, no solamente nos ayuda físicamente, sino también psicológicamente. Las sustancias que segregamos cuando estamos haciendo ejercicio nos hacen sentir más felices.

Con todos los beneficios que puede procurar el hacer ejercicio de forma regular, resulta raro pensar en que se pueda convertir en un problema. Sin embargo, como ocurre con todo en esta vida, el ejercicio es positivo si se practica en su justa medida.

En este artículo vamos a hablar de la diferencia que hay entre sentir pasión por hacer ejercicio y que este se convierta en una obsesión. Obsesionarse con el ejercicio puede ser muy peligroso, y veremos por qué.

El ejercicio físico reduce los “días malos”

Una forma de determinar cuándo el ejercicio se está convirtiendo en una obsesión, es cuando se sobrepasa el número de sesiones de ejercicio por semana o el tiempo de estas se alarga demasiado.

Es cierto que practicar deporte en sesiones de aproximadamente 45 minutos al día, 3 o 4 días por semana puede tener efectos muy positivos. De hecho, se han realizado estudios que han demostrado cómo afecta esta actividad, no solo físicamente, sino en el estado de ánimo.

Como psicóloga, creo que es importante destacar que, según algunos estudios, las personas que practican deporte con esa regularidad tienen un número de “días malos” al mes mucho menor. Quienes no practican deporte suelen sufrir casi el doble de días negativos a lo largo de su vida.

¿Por qué se puede convertir en adictivo el deporte?

El límite entre la pasión y la obsesión por el ejercicio es muy delgado. La pasión obsesiva puede llevarnos a desarrollar una adicción al deporte, tan negativa como la que se puede tener hacia cualquier droga.

El deporte se puede convertir en una adicción debido a razones fisiológicas, como el estado de euforia que se obtiene al realizarlo.

Las razones psicológicas suelen estar relacionadas con ver el deporte como la única solución a sus problemas. El deportista llega a creer que la única forma de afrontar el estrés y manejar sus emociones es haciendo ejercicio.

En estos casos, cuando se reduce la cantidad de ejercicio que se lleva a cabo, pueden aparecer estados de ánimo negativos como resultado del síndrome de abstinencia.

Cuando el ejercicio se convierte en un problema

La adicción al ejercicio no surge de la noche a la mañana. De hecho, hay una serie de fases reconocidas por las que suelen pasar los adictos al deporte y son las siguientes:

  • 1. Práctica saludable. El deportista lo practica porque es una actividad placentera y buena para su salud.
  • 2. Ejercicio de riesgo. El deporte se convierte en un fin en sí mismo y cuando se deja de practicar comienzan a aparecer efectos emocionales indeseados.
  • 3. Ejercicio problemático. La vida se organiza en torno al ejercicio y es muy difícil reducir su práctica.
  • 4. Adicción al ejercicio. La práctica de ejercicio se convierte en el principio de la vida del deportista, llegando a tener trastornos de comportamiento derivados de esta obsesión.

Como conclusión, podemos decir que la práctica de ejercicio de forma regular puede ser muy positiva. Pero, como todo, practicarlo en exceso puede tener resultados peligrosos, pudiendo llegar a desarrollar una adicción.

 

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