Hace días que quería escribir, solo necesitaba el estímulo, en este caso la ausencia de estímulo. Paré y escuché. Salir del piloto automático del día a día sirve para coger fuerzas y retomar el rumbo, pero primero debes saber dónde estás. Y digo esto porque desgraciadamente éste piloto automático nos hace perder el norte y seguimos sin más.
¿Dónde estás? ¿Qué te pasa? ¿No lo sabes ni tú? ¿Quieres saberlo? Para saber dónde estás solo debes parar. Échale un vistazo a lo que oyes, y luego ya decidirás qué hacer con ello. Que no te de miedo darte cuenta. Pero esto no es ver, oír y callar sino ver, oír y actuar. ¿Y por qué hacerlo desde el silencio? Pues porque si el canal no está abierto es como tratar de pasar por una puerta sin abrirla, te la vas a pegar y entraras en el bucle de pensar y pensar, y no se trata de eso. No más bucles.
Comprender nuestro propio pensamiento no es fácil, y aún lo es menos cuando no sabemos descifrar lo que sentimos por haber sido adiestrados por un bucle de funcionamiento que nos dice lo que está bien y lo que está mal, cómo debemos ser, qué debemos hacer, cómo debemos pensar y cómo hemos de cuidarnos. ¿Y por qué digo esto? Pues porque dependiendo de lo mucho que te hayas dejado llevar por la corriente de afuera puede que no hayas experimentado tu propio estado primario de funcionamiento desde hace tiempo en toda tu vida.
Ver que todo es más fácil de lo que parece es un descanso, pero primero debes darte cuenta de lo que quieres hacer y no haces. Por lo contrario, si escapamos de nuestras emociones y pensamientos nuestras acciones se dispersan y aparece ese sentimiento de que no somos fieles a todos esos “debería” que no llegan nunca. ¿Deber o querer? Actuamos más desde los ojos del otro, desde la deseabilidad social y desde el plan establecido que desde nuestra propia mirada. Si no te ocupas de establecer tu plan nadie podrá hacerlo por ti, tenlo claro clarito. No te resistas.
Aceptar lo que sientes aunque no te guste o no encaje con lo que políticamente es correcto es más fácil que vivir atrapado y alejado de ti mismo. Ser normal no existe. Piensa y luego existe, porque las circunstancias no existen por si solas, porque las personas que aparecen no aparecen por casualidad y porque lo que sentimos cambia. Abre bien los ojos y acepta que lo que nos gobierna es puro cambio. Así es más fácil ver lo que queremos que se quede por mucho cambio que haya. Así no hará falta pensar tanto.
Se egoísta con lo que sientes que quieres, decide, perdónate si le has faltado a tus propósitos y respétate, todo puede enseñarte algo de ti. Asumir responsabilidades es algo personal, no algo impuesto desde fuera. Y si te preocupa lo que los demás piensen, piensa por ti. El propio respeto lleva implícito el respetar al otro y el ser respetado, porque el respeto empieza desde uno mismo. Cuanto respeto decides, respeto recibes. No te castigues más.
La autoexigencia debe ser constructiva y no para reprimir sentimientos que necesitan salir a la luz para darles sentido. No todo es blanco o negro, permítete. Y si no es blanco o negro significa que hay más posibilidades, así que sea del color que sea desafía aquellas creencias que no te permiten crecer. Porque, ¿qué te da más miedo, la aprobación de lo de afuera o no serte fiel? Puede que haga tiempo que no entrenas este sentido, pero está ahí, ¿a qué esperas? Permitirte nuevas creencias te hace más consciente de la infinidad de posibilidades que hay en la vida.
Elige creencias que te hagan vibrar, y si al preguntarte cómo te sientan hay una fuerte conexión es probable que sean una muy buena opción. A buenas preguntas, buenas respuestas. Y recuerda, el autocontrol es resultado de tomar decisiones, si no las tomas no hay control que valga. La calma va de la mano de la responsabilidad, así que responsabilízate de tus decisiones porque tu percepción e interpretación son las únicas que pueden tomar control en tu vida.
Los autoengaños son funcionales si van en la dirección que has decidido seguir, y si por el contrario tus actos te alejan de tus intenciones, estas solo se quedaran en intenciones, y de intenciones no se vive. Escucha, pregúntate y decide.
- Limpia telarañas que llevan en ti demasiado tiempo. Reprogramar la mente es más fácil que negarla.
- Empuja tus límites hacia aquello que te hacer ser tú mismo. Ampliar horizontes es no tenerle miedo a lo nuevo.
- Conquista tus miedos siempre que puedas. Ese hábito desencadena muchos cambios.
- Se flexible. Si eres rígido corres el riesgo de romperte.
- Una vida súper estructurada no es humana, la espontaneidad y los impulsos sí. Siente.
- Abre la mente para ver lo que tienes en tus narices. Puedes ver obstáculos u oportunidades.
- Enfoca tu energía a lo que te inspira. No sueltes lo que te sienta bien
- Establece tus objetivos desde lo que tú quieres. Responsabilízate.
- A los bloqueos de cara, y a los propósitos de frente.
- Eres lo que haces cada día. Piensa una vez y vívelo cada día.
Que tu mejor placebo seas tú mismo es la mejor opción, pero no olvides que la satisfacción de vivir carece de sentido sin los demás. Si quieres vivir una vida equilibrada no quieras ser normal, simplemente…
Permítete.