¿Comes compulsivamente y crees que sólo es tu estómago el que te está pidiendo algo? ¿Qué te pide compulsivamente? ¿De qué crees que tienes hambre cuando sucede? ¿Qué es lo que te hace estar ansioso? ¿Has pensado lo que te sentaría bien en esas ocasiones en vez de comida? ¿Te ocurre en lugares y momentos específicos? ¿Cuánto es suficiente cuando comes sin sentido? ¿Qué significa suficiente para ti? Si no escuchas de qué tienes hambre por mucho que comas no te vas a sentir saciado.
Igual que nuestro estómago se encarga de pedir comida cuando el cuerpo necesita energía, nuestras emociones también se encargan de pedirnos otras fuentes de energía para sentirnos plenos. ¿De qué? Todos necesitamos lo mismo pero ¿qué tal si escuchas lo que tú necesitas cuando eso ocurre? Las raíces de nuestro apetito puede que sean una expresión de algo más profundo, así que sacia tus emociones con cariño sean las que sean y usa la comida para su propio fin.
Perseguir la felicidad puede parecer una utopía, pero si vamos servidos de lo que verdaderamente necesitamos la perseguiremos con acciones constructivas y no con reacciones autodestructivas. Busca en ti, solo en ti, no te quedes esperando. Sé aquello que quieres recibir y que lo de afuera sume. ¿A qué esperas?
1. El mundo está en tu plato. Aquello que crees y quieres de la vida y de estar vivo está a tu alcance, muéstratelo y se claro contigo mismo. Muchas veces no somos capaces de sentir lo que pasa en el presente, así que mira tu plato y observa sin juzgar si tienes lo que necesitas y si comes suficiente de lo que tus emociones te piden. ¿Qué te piden de forma compulsiva? ¿Y qué les das? ¿Es eso lo que necesitas? Crea un nuevo escenario.
2. Descubre qué es suficiente ahora mismo. Como decía Elkhart Tolle, “la vida no consiste en recordar el pasado con nostalgia ni esperar el futuro con ansiedad sino de vivir el presente con pasión”. Sólo existe el presente, así que cuando sigues comiendo es porque no tienes «suficiente» y sigues intentando llenar algo que no se sacia con comida. Céntrate en lo que tienes y no en lo que no tienes, en lo que puedes llenar y no en lo que se perdió. Si se trata de dinero agradece, valora tu casa, tus cosas de cada día, la comida, la amistad, etc. Si se trata de salud valora que tienes un cuerpo, unos sentidos y la capacidad de amar.
Céntrate en el aquí y ahora y en lo que va bien, valóralo. Actúa como si lo tuvieras todo, porque como bien dijo alguien que lo comprobó, tu actitud es lo único que vas a poder controlar. Valora que tu vida es abundante. No protejas el futuro y vive el hoy con lo que pasa hoy. Suficiente no es una cantidad, es la relación con lo que ya tienes. Todos podemos aprender a cambiar nuestra atención siendo claros con nosotros mismos. Encuéntralo por ti mismo.
3. Valora lo que tienes en tu plato. Mira la comida que tienes en el plato (tu realidad) y pruébala en tu boca y no en los ojos de los demás (vive tu realidad). Fíjate cuál es su sabor ahora (qué cosas te están sucediendo) y no comas por el hambre que puedas tener después (no actúes por lo que pueda pasar ni desde el miedo, actúa des de tu convicción). En un mismo plato siempre habrá algo que no te guste tanto como el resto, así que no te fijes únicamente en lo que no te gusta tanto, fíjate en todo aquello que no está mal en tu vida ahora mismo. Solo que dediques un minuto de tu día en pensar qué cosas van bien o no van mal (aunque no sea la situación ideal), enviarás bienestar hacia todas esas cosas buenas y calma hacia esas que pueden mejorar. La consciencia te ayudará a sentir de qué tienes hambre.
4. Para de criticarte a ti mismo, de culpar a los demás y de quejarte por todo. Cuando te quejas lo que estás diciendo es un no me gusta a lo que está sucediendo ahora mismo y un necesito que pase algo distinto de lo que está sucediendo. Es como luchar contra la realidad. Pregúntate qué está pasando ahora, ten autoridad interior y cambia por ti mimo la visión de lo que ocurre sin juzgarte, sin quejarte y sin culpar a los demás. Cambia tu dialogo interior porque si no al final te lo vas a creer. Actúa empezando por dialogar de manera distinta con aquello que te colapsa y te paraliza.
5. Deja de esperar a que empiece tu vida. Exprésate. Abre tu corazón. No trabajes tanto si no hace falta. Sé feliz cada día. No eches de menos tu vida. No ignores las pequeñas cosas. No te pierdas tu vida por no respirar, ni por no creer en ella. No te mientas a ti mismo si el autoengaño no es funcional. Arriesga. El dolor forma parte de la vida. La perfección no existe. Disfruta de todo lo que te venga porque cuando haya miedos o perores épocas siempre habrá estas pequeñas grandes cosas que nadie te podrá arrebatar.
Nuestro mayor temor no debería ser el del fracaso, sino tener éxito en las cosas que no importan realmente en la vida – Francis Chan. Así que despeja los obstáculos que no dejan que luzcan tus prioridades y deja que la conciencia nutra tus buenas razones de estar aquí: sentirte libre, no atrapado; sentirte lleno, no vacío; quererte y sentirte querido, no castigado.
Encuentra tu cómo y no comas de aquello que no nutre tu bienestar. Simplifica.
VIVE Y COME FELIZ.