Hoy le dedico este pequeño escrito a la familia y al curso de la vida.
Hace unos días perdimos a un ser querido muy especial, e intento pensar cómo expresar lo que siento y lo único que puedo decir es que la muerte forma parte de la vida y el alma forma parte de un todo, un todo que debemos contemplar como la magia de vivir y de existir. Y digo magia incluyendo a la muerte, porque un día nuestro cuerpo dice basta y parece que se acabe todo, pero ese todo no se va sino que se transforma transformando también todo aquello que tiene a su alrededor.
Así es la vida, cambio tras cambio, algunos pequeños que nos parecen complejos por no ver tres en un burro y algunos enormes que en realidad son muy sencillos y solo se deben asumir. Porque hay veces que no podemos hacer nada más que eso, y lo debemos hacer despiertos y conscientes para poder evolucionar. De eso se trata, de conectarse con la vida y su naturaleza, porque esta manda y mejor no ponerle resistencias innecesarias.
Pedro fue una persona muy luchadora hasta el final, tanto que no soltaba la vida. La vida…me queda muchísimo por aprender y aquí estamos para hacerlo lo mejor que sepamos, para nosotros y para los demás, porque la vida es un nosotros que debemos apreciar. Estamos vivos. La vida va y viene y debemos ser felices en ella. Eso es todo.
No escribo este artículo como psicóloga sino como una persona que siente la muerte y ama la vida, pero como psicóloga me gustaría compartir un enlace para que nos sirva de ejemplo de como creo que debemos vivir la vida y la muerte.
“Le dije a mi hija: ‘Puedes irte, yo sonreiré por ti’; y se fue”
Igual que el corazón expande su latido por todo nuestro cuerpo, el amor debe ser expandido del yo al nosotros. Igual que una sonrisa es contagiosa el amor por la vida también lo es. Ama, agradece y siente. Aprende a vivir y a soltar, mañana es tarde.
Y le robo la cita a alguien que cada día desde allí donde esté nos recuerda que…
«La vida es maravillosa».